"Sorprende que cátedra sobre democracia caiga en manos de quien ha ejercido un liderazgo perverso"
Fernando Garavito |
Señor JOHN J. DEGIOIA
President Georgetown University
Washington D.C.
Apreciado señor Presidente:
Noticias de prensa dan cuenta de que el señor Álvaro Uribe, ex presidente de Colombia, dictará clases en el Walsh School para Servicios Extranjeros de esa Universidad a partir del próximo otoño. El dato tiene numerosas implicaciones éticas que ignoro si han sido evaluadas en forma suficiente por Georgetown University.
El señor Uribe fue Presidente de Colombia por espacio de ocho años. Durante ellos, dos frentes de la actividad pública entraron en un período crítico: el primero, la corrupción administrativa; el segundo, el atropello sistemático a los derechos de la oposición y a los Derechos Humanos.
No soy un enemigo del señor Uribe. Soy, simplemente, un colombiano a quien le preocupa que la enseñanza sobre lo que es un “liderazgo global” en una de las instituciones educativas más prestigiosas del mundo, caiga en manos de quien ha ejercido un liderazgo perverso. En este momento mi hija Manuela comienza sus estudios universitarios en este país. Ella quiere participar en la vida pública de los Estados Unidos, una nación que le ha abierto con generosidad las puertas que el señor Uribe y su régimen le cerraron en Colombia. Si por alguna circunstancia ella hubiera entrado a Georgetown y uno de sus profesores fuera el señor Uribe, yo no dudaría un solo momento en pedirle que se retirara de esa institución.
No quisiera, sobra decirlo, establecer contra él ninguna clase de censura. Por el contrario, me parece que está en la obligación de rendir cuentas sobre sus hechos, que muchos en mi país califican como “crímenes”. Pero esa rendición de cuentas debe darla ante un tribunal de justicia. En Colombia se prepara ahora mismo un auto cabeza de proceso contra él, que se dirigirá a la Corte Penal Internacional. Pienso que hasta que no se decida su situación jurídica, él no puede estar al frente de una cátedra donde se imparta cualquier tipo de instrucción a quienes él mismo llama “futuros líderes”.
Me encantaría debatir con el señor Uribe sobre algunos de estos temas ante la comunidad universitaria. Estoy dispuesto a trasladarme a Washington cuando usted considere que ese debate puede darse. Los estudiantes tienen derecho de saber quiénes son, qué representan y qué pueden enseñar quienes van a ser sus profesores. Mi hoja de vida es insignificante frente a la que podrá mostrar el señor Uribe. Soy, simplemente, uno de los periodistas a quienes él y el régimen que impera en Colombia, condenaron al silencio.
Pienso que una de las tareas que tienen las directivas universitarias es defender a la comunidad puesta a su cuidado. El nombramiento del señor Uribe como maestro de Georgetown es un peligro para la formación ética de los estudiantes.
Cordialmente,
Fernando Garavito
President Georgetown University
Washington D.C.
Apreciado señor Presidente:
Noticias de prensa dan cuenta de que el señor Álvaro Uribe, ex presidente de Colombia, dictará clases en el Walsh School para Servicios Extranjeros de esa Universidad a partir del próximo otoño. El dato tiene numerosas implicaciones éticas que ignoro si han sido evaluadas en forma suficiente por Georgetown University.
El señor Uribe fue Presidente de Colombia por espacio de ocho años. Durante ellos, dos frentes de la actividad pública entraron en un período crítico: el primero, la corrupción administrativa; el segundo, el atropello sistemático a los derechos de la oposición y a los Derechos Humanos.
No soy un enemigo del señor Uribe. Soy, simplemente, un colombiano a quien le preocupa que la enseñanza sobre lo que es un “liderazgo global” en una de las instituciones educativas más prestigiosas del mundo, caiga en manos de quien ha ejercido un liderazgo perverso. En este momento mi hija Manuela comienza sus estudios universitarios en este país. Ella quiere participar en la vida pública de los Estados Unidos, una nación que le ha abierto con generosidad las puertas que el señor Uribe y su régimen le cerraron en Colombia. Si por alguna circunstancia ella hubiera entrado a Georgetown y uno de sus profesores fuera el señor Uribe, yo no dudaría un solo momento en pedirle que se retirara de esa institución.
No quisiera, sobra decirlo, establecer contra él ninguna clase de censura. Por el contrario, me parece que está en la obligación de rendir cuentas sobre sus hechos, que muchos en mi país califican como “crímenes”. Pero esa rendición de cuentas debe darla ante un tribunal de justicia. En Colombia se prepara ahora mismo un auto cabeza de proceso contra él, que se dirigirá a la Corte Penal Internacional. Pienso que hasta que no se decida su situación jurídica, él no puede estar al frente de una cátedra donde se imparta cualquier tipo de instrucción a quienes él mismo llama “futuros líderes”.
Me encantaría debatir con el señor Uribe sobre algunos de estos temas ante la comunidad universitaria. Estoy dispuesto a trasladarme a Washington cuando usted considere que ese debate puede darse. Los estudiantes tienen derecho de saber quiénes son, qué representan y qué pueden enseñar quienes van a ser sus profesores. Mi hoja de vida es insignificante frente a la que podrá mostrar el señor Uribe. Soy, simplemente, uno de los periodistas a quienes él y el régimen que impera en Colombia, condenaron al silencio.
Pienso que una de las tareas que tienen las directivas universitarias es defender a la comunidad puesta a su cuidado. El nombramiento del señor Uribe como maestro de Georgetown es un peligro para la formación ética de los estudiantes.
Cordialmente,
Fernando Garavito
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