domingo, 14 de julio de 2013

Diálogos con FARC y ELN: puntos de encuentro y divergencia

Por:  Hernando Castro Prieto*

Antecedentes de Negociación con las Guerrillas

Desde finales de los años ochenta, tras el mandato de paz que se delegó en el gobierno Betancur, distintos gobiernos han iniciado acercamientos, diálogos y negociaciones con el movimiento guerrillero colombiano. En aquellos primeros esfuerzos y emprendimientos por la paz, el movimiento guerrillero se encontraba en un ascenso de favorabilidad política y crecimiento militar, no obstante la abrumadora dispersión de sus múltiples y variadas expresiones.


Alrededor de una decena de agrupaciones armadas como el M-19, el EPL, la ADO, el PLA, el Quintín Lame, el MIR-Patria Libre, el ELN y las FARC, entre otros, surgieron tras el entusiasmo que sobrevino en la región tras la revolución Cubana, la cual, al identificarse con la revolución soviética, dio lugar a un tensionante capítulo de la guerra fría que se vivió no sólo en Colombia, sino también, a lo largo y ancho de todo el continente americano.

Los acercamientos que derivaron en los primeros diálogos durante el gobierno de Betancur, fueron la antesala para las primeras negociaciones de paz exitosas, que se iniciaron durante el gobierno Barco y se concretaron en acuerdos durante el gobierno Gaviria. Allí agrupaciones como el M-19, el Quintín Lame, y el EPL, firmarían acuerdos de paz, dejarían las armas, y harían transito a organizaciones políticas inscritas en el marco de la democracia y del nuevo Estado Social de Derecho que devino a la Constituyente del 90 y la Constitución Política de 1991.

Ante el ambiente de clamor popular por una Asamblea Constituyente vivido a finales de los ochenta, que se expresó masivamente en el movimiento de la “séptima papeleta”, el fin formal de la guerra fría que se simbolizó a nivel mundial en la caída del muro de Berlín, el naciente movimiento civil por la paz que entonces reaccionaba no sólo, ni principalmente ante la violencia guerrillera sino fundamentalmente ante la violencia terrorista del narcotráfico; los grupos guerrilleros y movimientos políticos, que sintonizaron con éste espíritu, se sumaron al pacto nacional de paz, reconciliación y refundación de la patria que tuvo lugar entonces, y que se simbolizó y sintetizó en la nueva Constitución de 1991.

Sin embargo, el proceso de paz que la nación emprendió a finales de los ochenta, aún mantiene como irresoluto el alcanzar un acuerdo de paz con las FARC y el ELN. Desde la perspectiva de un alto Comisionado para la Paz, la dificultad se ha basado en el hecho de que “Los procesos de paz exitosos que se adelantaron a finales de la administración de Virgilio Barco y comienzos de la administración de César Gaviria Trujillo, partieron de una decisión por parte de grupos guerrilleros como el M-19 y el EPL de dejar las armas, actitud estimulada por la posibilidad de lograr una participación política amplia dentro de la vida nacional. Las FARC y el ELN siempre han visto estos procesos como una traición a los ideales revolucionarios que ellos encarnan, manteniendo su rechazo a la desmovilización y el desarme. Su modelo de negociación sigue orientado a consolidarse como fuerza política mientras mantienen las armas en la mano. De allí lo difícil que ha resultado para los distintos gobiernos avanzar con ellos en un diálogos útil.” (Restrepo L. C., 2008, pág. 4)

Antecedentes de Negociación Con las FARC y el ELN

Tanto las FARC como el ELN hacen parte de las denominadas guerrillas de primera generación, lo que implica que son las más antiguas en el actual conflicto colombiano, las mismas, surgieron a mediados del siglo XX, en el marco del inicio de la guerra fría. En medio de éste contexto de tensiones internacionales, tanto una como otra organización, responderían de manera directa a determinados proyectos internacionales recibiendo apoyo, recursos y formación de éstos, es así, que mientras Cuba fue el principal impulsor del proyecto del ELN, la Unión Soviética lo fue del Partido Comunista y de las FARC.

Ésta diferencia de enfoque doctrinal, sumado a la diferencia entre las zonas de inicio de su actividades y sus mecanismos de articulación con las bases allí establecidas, han estructurado una marcada diferencia de carácter de cada una de éstas organizaciones guerrilleras, que sin embargo, y además de coincidir en el tiempo, lo hacen también en el sentido de que ambas se reclaman como marxistas leninistas, comunistas, revolucionarias, antiimperialistas y político militares.

En tal sentido vale recalcar que las características del semblante político de un actor armado como las FARC y el ELN, no sólo se definen por las doctrinas teóricas que deciden asumir, sino también, por la base poblacional en que la cual se sustenta tal proyecto y, fundamentalmente, por la interpretación que éstas bases hagan de tales contenidos doctrinarios.

Mientras que las FARC vieron su génesis en 1962 en el sur del Tolima y el Sumapaz, el ELN lo haría en 1964 en Simacota, Santander. En el comienzo las bases de las FARC se componían esencialmente por los campesinos colonos de las mismas zonas fundacionales brindándoles alguna estabilidad, permanencia y conocimiento del terreno, las del ELN, surgen de un grupo de estudiantes enviados a Cuba en la denominada Brigada José Antonio Galán, los cuales, después de haber recibido formación y estímulo en Cuba, serían enviados a la zona dónde iniciarían un foco guerrillero.

En un principio y por alrededor de 20 años el ELN no privilegiaría el trabajo de construcción de bases sociales, el llamado Frente Amplio de Camilo Torres no pasaría de las reuniones de promoción que el propio Camilo adelantó durante un año antes de su fatídico ingreso a la guerrilla, por tal motivo, el ELN adolece de una bases sólidas, estables y permanentes, los pocos esfuerzos que ésta organización emprendió en éste sentido entraron en contradicción con el fundamentalista núcleo armado y se desprendieron de la esfera de influencia directa de ésta organización en la denominada Corriente de Renovación Socialista. Aquel rasgo foquista, tan peculiar en el ELN, trato de superarse desde comienzos de los años noventa cuando Manuel Pérez, el entonces Comandante en jefe de ésta organización guerrillera lo identificó como la “desviación foquista”.

A pesar de que el ELN no pudo expandir de manera exitosa su proyecto por todo el país, y de que su bases no fuesen estables y permanentes en la mayoría de los casos, un par de núcleos ubicados en Santander y Arauca han sido los dos principales centros históricos de ésta organización guerrillera, en los cuales, la base campesina ha sido fundamental.

Éste par de diferencias metodológicas, que no las diferenciaron nunca del fin estratégico de tomarse el poder por la fuerza, fueron el motivo que ambas organizaciones encontraron para no unirse a lo largo de tantos años en los que pretendieron disputarse el protagonismo de la “revolución armada” en Colombia, y debido a ello, han construido cada una por aparte su propia historia de procesos y agendas de negociación.

Las FARC es más experta en materia de negociaciones que el ELN y tiene una propuesta más delimitada y concreta, es así que desde los diálogos que tuvieron lugar durante el gobierno de Betancur, los del gobierno Gaviria, los acercamientos con el gobierno Samper y los diálogos con el gobierno Pastrana, la Reforma Agraria ha sido una constante. A esto se suma el hecho de que la guerrilla de las FARC aunque no ha visto la negociación como un punto estratégico, sí lo ha hecho como uno táctico desde los mismos orígenes de la organización.

Por su parte el ELN ha entrado de manera más tardía en las discusiones de diálogos y negociaciones de paz, ya que la misma organización no contemplaba la negociación ni como elemento estratégico, ni como elemento táctico de su proyecto, sino hasta los acercamientos que tuvieron lugar durante la CGSB, donde las demás organizaciones le imprimieron tal inquietud al ELN. Desde los diálogos de Caracas con el gobierno Gaviria, el ELN empieza a considerar la necesidad de tener propuestas para la negociación y entonces concibe a la Convención Nacional como su propuesta, la cual reitera en los acercamientos con Pastrana y Uribe.

Hoy se abre la posibilidad de dialogar de manera simultánea con ambas organizaciones guerrilleras, posibilidad que no se concretaba desde el gobierno Gaviria, por tal motivo vale la pena abrir la discusión sobre qué elementos de las agendas de ambas organizaciones son comunes y cuáles divergentes.

Puntos de encuentro y Divergencia entre las Agendas
En el caso de las FARC, el eminente raigambre campesino y rural de sus bases determina el contenido agrario y rural de sus propuestas, así también, la prevalencia que le da a las propuestas que surgen del campesinado, y principalmente, a las que surgen de sectores sobre los que ejerce especial influencia. Es así que la propuesta de Reforma Agraria, es la principal reivindicación que persiguen las FARC, y esta ha sido recurrente a lo largo de toda la historia de acercamientos y de negociaciones con ésta agrupación armada. Del mismo modo éste rasgo de la guerrilla de las FARC le ha hecho privilegiar en la metodología de sus negociaciones sectores campesinos y las organizaciones afines o que dependen de su proyecto.

Por su parte el ELN, a lo largo de la historia de los acercamientos de paz que ésta organización ha adelantado con el Gobierno en alrededor de los últimos 15 años, ha privilegiado como sectores de interés o de opinión a los sectores pertenecientes y afines a la Corriente de Renovación Socialista, a la Iglesia Católica, a las ONG amigas, además de que ha siempre dado una particular relevancia al acompañamiento de la comunidad internacional.

En palabras del ex Comisionado de Paz Restrepo, “El ELN ha sabido siempre combinar de manera audaz la acción política con los actos violentos. De hecho a logrado mantener dentro de algunos sectores democráticos y a nivel internacional la imagen de una guerrilla más pura e ideológica que las FARC, no obstante haber llevado a cabo actos tan reprochables como el asesinato de personalidades y dirigentes en Arauca (entre ellos un Obispo) mientras se robaban los dineros públicos, la tragedia de Machuca, el secuestro del avión de Avianca o los secuestros masivos en Cali para presionar a la mesa de diálogos durante el gobierno de Andrés Pastrana.” (Restrepo L. C., 2008, pág. 12)

En tal sentido, el principal elemento diferencial de ambas agendas no es de contenido, más sí de concepción metodológica. Mientras que las FARC tienen como elemento central de sus demandas el tema de la tierra, y en él, como objetivo específico el de obtener una Reforma Agraria; el ELN busca una Convención Nacional abierta en todos los temas, sin un tema de reivindicación específico, más allá de las campañas que han hecho frente al tema minero-energético.

Sin embargo, en la misma medida en que la idea de convención nacional del ELN, que es en alguna medida equiparable a la figura de la Asamblea Constituyente contemplada en la Constitución Política de 1991, diferencia las propuestas de esta organización con las de las FARC en materia metodológica, en el contenido sustancial los equipara y se puede identificar la solicitud de Asamblea Constituyente como un elemento común en las propuestas de éstas dos organizaciones guerrilleras.

A su vez, la constante de la cooperación y mediación de la comunidad internacional no sólo ha sido constante dentro de las perspectivas de las guerrillas, también lo ha sido del gobierno, ya que “La experiencia sugiere que una de las herramientas de las que se podría echar mano para flexibilizar las posiciones de las partes y abrir un espacio de negociación apropiado para la discusión es la inclusión de una tercera parte internacional. En el análisis de las anteriores negociaciones se hizo evidente la importancia de un compromiso de la comunidad internacional, tanto para hacer posible el inicio de nuevos diálogos de paz como para presionar en el sentido de que las partes flexibilizaran sus posiciones. Aquí el papel de Unasur puede ser decisivo, pues, en un contexto de constante regionalización del conflicto colombiano, el interés internacional para evitar su difusión, su “contagio” o por lo menos sus consecuencias negativas, parce ser mayor. La solución negociada adquiere cada vez más el rótulo de “necesaria” para la estabilidad regional.” (Aponte, 2011, pág. 217)

Además de éstos hechos que pudiesen ser comunes a la hora de entablar un proceso de diálogos y negociaciones con las guerrillas de las FARC y el ELN, vale la pena resaltar que su peculiar afán de protagonismos y su auto-concepto de vanguardias que las ha mantenido siempre en la división, sigue sin ser superado. Hoy mantienen sus fuerzas divididas, y llegan a las negociaciones con el natural debilitamiento que deviene del haber desperdiciado dos décadas afrentándose entre sí, debilitamiento que no sólo se expresa en sus estructuras militares, sino también en las políticas y en las bases mismas que las sostienen, por cuanto los aparatos militares, por auto concebirse como vanguardias, no le han dado autonomía a sus bases y se han opuesto siempre a toda clase de experiencias de unidad presumiendo que la división les traerá mejores resultados.

Hoy las FARC y el ELN que coinciden en el afán de protagonismo que deviene de los diálogos, en la propuesta de Constituyente, en la estratégica de toma del poder por la fuerza, de guerra popular prolongada y en que es mejor negociar con las fuerzas divididas, proponen mesas separadas para discutir, y para pedir esencialmente lo mismo, a la vez que pretenden estratégicamente lo mismo.

Sin embargo, la Colombia de hoy, si bien demanda del fin del conflicto y está dispuesta a integrar a las FARC y ELN como fuerzas políticas en el marco de la democracia y del Estado Social de Derecho, no esta tan abierta a una refundación de la patria y a conceder una Constitución a minorías tan poco representativas, demanda para la cual, el gravísimo grado de debilitamiento que la misma arrogancia de éstas organizaciones les ha labrado, es tal, que ni aún uniendo sus fuerzas tienen la capacidad de presionar semejante cosa.

Ante tal panorama, a las guerrillas de las FARC y el ELN les conviene aprovechar la coyuntura, abrir su mente y replantearse sus visiones del país, por cuanto es notable el desfase y la falta de sintonía que ambas organizaciones expresan hacia la Colombia actual, lo demás será continuar en el proceso de descomposición, debilitamiento y desprestigio en el que su arrogancia les ha puesto.

*Abogado Investigador UNIJS-GISDE
Universidad Nacional de Colombia
Twitter: @HernandoCastrop

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