domingo, 19 de enero de 2014

La historia de Picasso y el alemán

Por: Cristian L.

Cuenta la famosa anécdota que un alto oficial del ejército alemán visitó una mañana a Pablo Picasso, se detuvo frente al Guernica y aturdido por el caos que reinaba en la obra, le preguntó: -esto lo has hecho tú?- a lo que Picasso respondió: -No, esto lo han hecho ustedes!.


La violencia está presente en todas partes, es difícil de entender y aún más difícil de explicar. La confundimos con la guerra, con las peleas callejeras e incluso con el rayón de una pared, curiosamente no solemos asociarla al hambre o al desempleo, mucho menos a la falta de un Sistema de Salud digno o a la inexistencia de Educación Pública, Gratuita y de Calidad.

No solamente está en todas partes sino además tiene diversas expresiones. Sin duda la violencia más grande -por su capacidad de albergar otros tipos de violencias- es la económica, sobre ella se erigen las mayores injusticias y se desatan los peores demonios; usualmente contiene en sí a la violencia política que consiste en la organización de esfuerzos para impedir -o lograr- las transformaciones político-económicas en las sociedades, de tal manera que se garantice la permanencia –o el cambio- del statu quo imperante.

La primera corre subterránea y oculta a simple vista, está ahí pero no la percibimos con facilidad, tiene culpables concretos, con nombre y apellido, es unilateral y viene acompañada de ejercicios coercitivos que garantizan “el Orden”, ese que en nuestro país ha tenido el descaro de usar el apellido “Público”. Es unilateral en tanto está orquestada desde los dueños del gran capital contra los despojados de cualquier medio de producción, es la violencia que permite a los dueños de la riqueza acumular riqueza mientras los dueños de la pobreza acumulan pobreza.

Es la violencia que más fácil naturalizamos porque nos hemos acostumbrado a vivirla desde que nacimos y ahora pensamos que no se trata de un agravio intencional sino de una característica más del destino o la naturaleza, por eso solemos darle más importancia a las paredes rayadas que a la gente buscando en las basuras o a los muertos diarios en la puerta de los hospitales.

En el caso de nuestro país, el conflicto político y armado de más de 50 años tiene sus orígenes y su motor actual en ese espiral ascendente de violencia económica que ha garantizado la existencia de unas élites escandalosamente adineradas a costa de unas multitudes escandalosamente miserables; violencia económica complementada con el ejercicio de la violencia política, inaugurada en la noche septembrina, continuada con el magnicidio a Gaitán, pulida con el exterminio de la UP, y ahora engordada con cárcel para Huber, Wilmer y Francisco.

Así es, lo que tenemos en Colombia no es simplemente una “guerra”, se trata de la violencia económica de más de medio siglo que se pasea por campos y ciudades, es una violencia partera de violencias y silencios cómplices, es una pregunta que ha encontrado dudas pero también respuestas.

Por eso nuestra paz no va a llegar con el fin de la guerra, ésta nos quitará un gran peso de encima, pero si no se va con sus raíces los colombianos seguiremos condenados a prolongar el mismo espiral de violencia muchos años más. Los problemas se resuelven por completo cuando uno ataca las causas, no cuando ataca las consecuencias. Por eso la Paz no sólo tiene nombre, tiene nombre y apellido: es la Paz con Justicia Social.

Y para los curiosos: ¿quién ha sido el culpable de esa violencia económica que desencadenó la violencia política y que condujo a un conflicto de 50 años?. Si nos leyeran los ministros y exministros de defensa, los grandes empresarios, los gordos embajadores, los magnates de bolsa o los despelucados empresarios de la guerra y la paz, solamente tendríamos que recordarles la anécdota de Picasso y el Alemán.

Twitter: @LaTribunaCol

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