Por: Santiago Peña Aranza
Cuando estamos estudiando periodismo, en la universidad siempre nos hablan de la necesidad de la imparcialidad. De hecho, existen –y enseñan- unos principios ligados a la responsabilidad, que nos van generando una visión romántica sobre el oficio. Creo que hablo por muchos periodistas cuando digo que salimos de la universidad queriendo “cambiar el mundo” desde nuestro campo.
Creemos que es necesario que la sociedad esté bien informada, queremos mostrar todos los ángulos posibles de un hecho para que las personas construyan su propio criterio. Aprendemos sobre el poder de los medios, pero también que ese poder no siempre surge efecto y que es posible resistirlo. Y soñamos con graduarnos y trabajar en un gran medio para –desde ahí- empezar a cambiar “ese mundo” mediante la comunicación.
Pero el golpe es duro. La realidad es que esos medios no son medios. Antes que eso son empresas con ánimo de lucro, como cualquier empresa. El sueño del periodismo finalmente cede ante el afán de la ganancia. Y la vida del medio depende de esa ganancia y nuestro trabajo también. El periodista antes que periodista, es un trabajador, un empleado… o prestador de servicios, o freelance (¡porque sale más barato!). La esquiva imparcialidad ya ni siquiera es buscada. El publirreportaje irrumpe camuflado en los géneros periodísticos, marcando la pauta de qué se puede decir y qué no, con qué palabras se dice y con qué imágenes va acompañado lo que se dice, construyendo así una realidad paralela tomada por muchos como verdad.
Pero en muchos otros casos no es necesaria la irrupción del publirreportaje. Simplemente basta con el interés político o la ideología de sus dueños, para que los lineamientos editoriales empiecen a hacer que el medio deje de ser un medio, pasando a convertirse en un actor político determinante -pero soterrado- que no oculta –pero si disimula- sus simpatías, sus odios, sus intereses.
Y como actor político necesariamente entra en la dinámica de la confrontación política de la sociedad pero, al ser soterrado, no acepta abiertamente su verdadero carácter y se escuda en la invocada libertad de prensa que ni siquiera es respetada por ellos mismos. Es la lógica de: “con cara gano yo pero con sello pierde usted”. Pueden atacar desde la prensa pero si los atacan o cuestionan, están atentando contra la libertad de prensa. Pueden confrontar, pero no ser confrontados.
Entonces surgen preguntas difíciles de responder pero útiles para la reflexión: ¿Hasta dónde va la libertad de prensa y hasta dónde debe ir?, ¿deben ser intocables los medios?, ¿Cómo regular el negocio de los medios sin ser destrozado mediáticamente –y quizá políticamente- en el intento?
A modo de ilustración
Ejemplos hay muchos. Todos los días en medios escritos, radio o televisión, estamos en contacto con expresiones que indican el carácter y el interés político de los medios. Pero quiero traer a colación este “artículo” que a mi juicio es un vulgar panfleto.
Se llama “Venezuela: el debate que no fue posible”, publicado en semana.com el 11 de abril de 2013, tres días antes de las elecciones que dirán quién reemplazará al fallecido Hugo Chávez en el Palacio de Miraflores.
El texto es escrito por aparentes expertos en el tema de Venezuela que hacen un “análisis” de la situación bastante sesgado y mentiroso. Es un escrito descarado, que no tiene ningún tipo de rigurosidad y aun así fue aprobada su publicación en ese prestigioso medio colombiano.
Sé que el tema de Venezuela despierta pasiones y cuando hay pasiones es muy difícil razonar con argumentos, pero independientemente de la posición política que se tenga, hay verdades innegables y hay formas coherentes de hacer crítica seria desde cualquiera de los bandos en pugna. Me explico:
1) En el artículo dice “Maduro, el candidato del PSUV, reúne normalmente modestas multitudes, poco entusiastas donde quiera que hace campaña”. El día anterior a la publicación de este texto, el candidato oficialista había llenado las siete avenidas de Caracas. Eso es innegable, están las fotos. Están los videos de la gente emocionada gritando.
2) El artículo dice “La campaña de Nicolás Maduro carece de ideas y se ha hecho más bien notable por sus absurdas declaraciones e inauditos incidentes”. Esto para alguien que sólo se informe de lo que pasa en Venezuela por los medios colombianos es lógico y creíble, pero si no nos limitamos a los fragmentos que “sacan” estos medios sobre Nicolás Maduro, comprenderemos que se nos está manipulando. Ver entrevista a Nicolás Maduro para ver si es tan absurdo e inaudito lo que dice (entrevista).
3) El artículo dice: “Maduro nunca ha expuesto sus planes de gobierno para Venezuela de resultar electo”. Si nos remitimos a la entrevista, nos daremos cuenta de la falsedad de esa afirmación. Además, siempre ha afirmado que su plan de gobierno es el mismo que el de Hugo Chávez, que es ampliamente conocido por todos los venezolanos.
4) El artículo dice: “La magnitud de las concentraciones es el más claro indicador. En abierto contraste con los mítines del PSUV, más bien numéricamente modestos, la receptividad hacia Capriles es abrumadora”. Las imágenes hablan por sí solas. Maduro llena las calles porque los seguidores de Chávez ven en él la continuidad, y no por eso puedo decir yo -como autor de este texto- que Capriles no llene las plazas. Él también tiene a muchos que lo apoyan. Hay que ser justo y hay que decirlo.
5) El artículo dice: “(Maduro) es bastante desconocido y totalmente carente de carisma”. Lo del carisma es una opinión subjetiva. Por ejemplo a mí me parece que ni Capriles ni Maduro tienen carisma, pero lo que no se puede decir –así no sea de nuestra simpatía política- es que Maduro es un tipo desconocido, cuando fue electo diputado de la Asamblea Nacional tres veces y fue el encargado de la política internacional de Chávez que dio origen a importantes organizaciones internacionales de integración latinoamericana como la CELAC, el ALBA y UNASUR. Casi siempre donde estaba Chávez, estaba Maduro… y Chávez estaba casi en todos lados. Todos lo sabemos.
Artículos como estos no son casos aislados en los medios. De hecho Semana publicó otro en el que titulan que Capriles es un mesías (ver), denotando su clara preferencia por este candidato. Y no sólo Semana. Caracol, RCN, El Tiempo, El Espectador, etc. le hacen campaña al candidato opositor porque es el de su preferencia política, y no están dando los elementos de juicio para que las personas se formen su propio criterio sobre lo que pasa en el vecino país. En otras palabras: están manipulándonos con su propaganda política porque son actores políticos que le temen a la expansión de ese proyecto político.
Como autor debo decir que también tengo mis preferencias políticas. Como todos. Pero no soy enemigo de la crítica, siempre y cuando se haga con argumentos y no con propaganda. Si quieren criticar a Maduro, que lo critiquen desde el punto de vista de sus propuestas, las que ellos no han querido mostrar. Critíquenlo desde el paradigma del capitalismo si quieren, o el de la democracia censitaria liberal, pero no manipulen con mentiras a las personas.
¿Qué hacer?
¿Qué hacer para resistir ese gran poder desinformador y manipulador de los medios masivos de comunicación?
Existen varias formas: 1) dudar de todo lo que digan. Mirar de dónde vienen los mensajes, quién los emite, tratar de analizar con qué objeto se emiten. Preguntarse cuál puede ser el interés detrás del mensaje.
2) Ya que los medios masivos pocas veces muestran todos los ángulos de un hecho, debemos buscar los ángulos que falten. Esto es responsabilidad de cada uno y se puede hacer acercándose a los medios de comunicación alternativa.
Internet ha facilitado el crecimiento de estos medios, así como el acceso. En los medios alternativos tienen espacio todos aquellos que no son escuchados ni publicados por los grandes medios: Profesores universitarios, investigadores, estudiantes, grupos políticos de todos los espectros y tamaños, personas del común que quieren opinar libremente, etc.
Debemos recordar que la “realidad” es una construcción social en la que los medios masivos de comunicación tienen una gran participación. Ellos dicen, callan, muestran, dejan de mostrar, muestran de otra forma, reproducen, editan, dicen la verdad, verdades a medias, mienten sutil y descaradamente, en fin. Pero tampoco son los únicos que participan en esa construcción y de nosotros depende debilitar su participación enriqueciendo nuestro criterio con otras alternativas. Realmente no tenemos excusa, es nuestra responsabilidad como seres pensantes.
Invito al lector a recomendar sus medios de comunicación alternativa favoritos en los comentarios.
Twitter: @SantiagoPeye
Incluso medios que se proclaman alternativos como Blu Radio, con el slogan "la nueva alternativa", manipulan y son descaradamente abiertos actores políticos a favor del pensamiento conservador (escuchar los comentarios que todas las mañanas hace Néstor Morales en Mañanas Blu).
ResponderEliminarRecomiendo como verdadero medio alternativo a Vox Populi Latinoamerica, donde soy colaboradora habitual. Hacemos periodismo desde otro punto de vista, enfocado hacia los derechos humanos y el humanismo. Es mi intento de ejercer ese periodismo para "cambiar el mundo" que también soñaba hacer cuando estaba en la Universidad.
Obviamente el exito del proyecto chavista es visto como amenaza contra el statu quo y sus poderes economicos hegemonicos. Pero la tergiversacion interesada no se limita al devenir politico venezolano. Buena parte del "exito" de nuestros politicos tambien se debe a la "buena prensa" y ni para que hablar de ciertos emporios economicos...
ResponderEliminarRecomiendo el Colectivo Brecha: http://colectivobrecha.blogspot.com/
ResponderEliminarLos medios en Colombia han generado una espiral del silencio en favor de Capriles. Mirar sondeo de Semnana.com
ResponderEliminarhttps://twitter.com/milbarras/status/323484952731734017/photo/1
La espiral de silencio quiere decir que lo que la gente cree que va a pasar tiene consecuencias sobre lo que pasa en un futuro.
En este caso parece que no tendría consecuencias porque los que votan no son colombianos, "que importa que la gente de Colombia crea que Capriles va a ganar". Pero existe una implicación seria y es que se está haciendo todo lo posible por alejar a los pueblos de los dos países: ¿cómo puede ser tan distinta la percepción de realidad de colombianos y venezolanos?
Lo que hacen los medios colombianos sobre el caso Venezuela tiene consecuencias directas sobre el acercamiento y la solidaridad de las personas de ambos lados de la frontera, sobre dos pueblos que en el papel son hermanos.