miércoles, 16 de noviembre de 2011

El chiste del fin del fin de las FARC - Carlos Alberto Sierra

Por @CarloSierra1
Alias "Timochenko", nuevo Jefe de las FARC

En estos días de conmoción por el logro de “objetivos militares”, cuyo peso general es más mediático que practico, y que a mi parecer no influye sobre la moral de las FF.MM – ya que ellas conocen lo que significa la baja de un alto mando en una institución militar: “relevo”- veo que la sociedad colombiana se pierde en especulaciones; sobredimensionan el “logro militar” y evaden una perspectiva objetiva con respecto a las guerrillas en Colombia.


En los últimos nueve años de ampliación del Plan Colombia las acciones militares se miden en términos de su impacto mediático, mientras en el monte, en los cerros, el conflicto es otra cosa; la sociedad civil en su mayoría tiende a pensar que el conflicto ha menguado o que la superioridad militar de las FF.MM es aplastante. Los muchachos campesinos y de las periferias de las ciudades que “prestan servicio” en el monte (por que la estructura social está diseñada para “controlar” la pobreza de esta forma) viven algo diferente. Empecemos por decir que ellos no tienen televisor, y lo que conocen de la guerra lo saben porque lo comen, lo ven, lo viven día a día, por que tienen que cargar cerca de 20 Kilos en comida y casi treinta en equipo, por que recorren el país a pie mientras son la única presencia estatal que encuentran, por que pierden a sus amigos, su visión o audición en un pipetazo; lo del fin del fin les parece un chiste estúpido, para ellos la guerra no va a terminar, no va a terminar porque “cuando se está comiendo mierda en el monte” parece que las cosas nunca terminaran, y porque saben que sus tenientes, cabos, mayores, comandantes etc. no están dispuestos a quedarse sin trabajo, porque todos los días viven hostigamientos desastrosos, porque en algunos pueblos la gente les cierra el paso, por que en algunas partes los campesinos los miran con desprecio, desprecio que resulta de la alianza con los “Paras”, de los malos tratos de los soldados profesionales o de algunas compañías.

Por un lado el presidente Santos se comprometió a cuidarle los tres huevitos al expresidente Uribe, por otro se habla de un cambio evidente entre estos dos gobiernos. El plan de militarización de zonas en las que hacen presencia las “locomotoras del desarrollo” es el mismo. Aunque el discurso se haya moderado, la violación de Derechos Humanos y la expropiación de campesinos para beneficio de las transnacionales sigue el mismo curso aunque ahora se acompaña de algunas asistencias sociales; el contenido en términos generales es el mismo, la diferencia es que Santos lo hace de una forma más pragmática y de esta misma forma está surgiendo un cambio en las instituciones militares, las estrategia radica en moderar su comportamiento fuera y dentro de combate, sonreírle a los campesinos y a la gente en las carreteras mientras otros cuerpos especializados hacen infiltraciones, desapariciones, torturas. Ahora se pide permiso cuando se llega a una finca, “¿qué les cuesta ser amables si de todos modos van a obtener lo que quieren?” Se pregunta un campesino de La Unión Caquetá.

En los últimos años la estrategia militar se ha centrado en combatir las bases de las guerrilla : “el campesinado”. La diferencia se centra en la forma de combatirlas: mientras en el gobierno Uribe predominaban los asesinatos, masacres en alianza con grupos paramilitares, amenazas y torturas, en el gobierno Santos la estrategia es ganárselos, pero a no todos se les puede ganar con acción social, entonces se controla el comportamiento de las tropas, eso solo permite “ganarse” a unos pocos, sin embargo hace que la relación con el ejercito en términos generales sea mejor y permite que el discurso guerrillero sea menos efectivo y que el campesino sea menos proclive a radicalizarse; a los más reticentes se les aplican las “viejas prácticas”, este tímido cambio de estrategia le ha significado al ejército colombiano enormes “victorias” en las zonas donde se ha aplicado.

Se podría lograr más si el estado colombiano se comprometiera a solucionar los conflictos y exclusiones sociales que originan el conflicto social, político y armado, e incluso si cediera un poco a satisfacer las demandas mínimas del pueblo Colombiano las elites no tendrían ningún peligro, garantizarían sus beneficios y cederían menos del impuesto a la renta; pero no, la guerra no es solo para beneficiar a las elites colombianas y su parte en la explotación de nuestros recursos, la guerra es principalmente para beneficiar al “Patrón” extranjero, es un negocio más lucrativo que la minería, la palma africana y los hidrocarburos juntos, la guerra no va a acabar, nos va a acabar y mientras tanto el “muchacho, pobre, sin educación, sin futuro” carga más de 30 kilos, sonríe, pero no por la orden de la nueva estrategia, sino por el chiste del “fin del fin”.

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