Iván Cepeda |
Respetadas y respetados:
CLARA LÓPEZ OBREGÓN
Polo Democrático Alternativo
JORGE ENRIQUE ROBLEDO
Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario
PIEDAD CÓRDOBA RUIZ
Marcha Patriótica
CARLOS LOZANO GUILLÉN
Partido Comunista Colombiano
ANTONIO NAVARRO WOLFF
Movimiento Progresistas
Apreciados amigos:
La perspectiva de la construcción de una paz estable y duradera en Colombia pone a todas las fuerzas políticas –incluidas a las de la izquierda- ante una situación de carácter inédito. Se trata del comienzo de una coyuntura en la que puedan resolverse contradicciones y atrasos estructurales, y fundar una nueva forma de tramitar los conflictos.
Es la oportunidad de una transición en la que se pueda no solo pasar de la guerra a la paz, sino al mismo tiempo, pasar de la democracia formal y débil a la democracia real. Democracia en la que se elimine el crimen político, en la que las mayorías excluidas tengan actuación y poder, en la que desaparezca el abismo entre el mundo rural y el urbano, en la que se genere una estrategia socioeconómica que elimine la desigualdad, la pobreza y la miseria, rasgos vergonzosos de nuestra estructura social. Democracia en la que se universalicen las libertades políticas y los derechos civiles.
Sabemos bien que la construcción de esa doble transición no estará dada con la sola firma de un pacto de paz, como resultado de las conversaciones en La Habana. Ese momento será apenas el comienzo de un intenso y dinámico periodo en el que tendrán que ocurrir cambios sustanciales en la política nacional, en especial, en los territorios en donde se ha desarrollado el conflicto armado, y en aquellos en donde no impera el Estado de derecho, sino estructuras criminales institucionalizadas. De llegar a esa coyuntura, las fuerzas de la ultraderecha intentarán volver a sembrar la discordia, y los círculos de poder tradicionales buscarán aplicar la divisa: “que todo cambie para que todo siga igual”.
Solo una poderosa confluencia de los sectores políticos de la izquierda, de los movimientos sociales y de las fuerzas democráticas podrá garantizar que se echen los cimientos de la paz y que la transición concluya en un nuevo estado de cosas que haga del fin de la guerra un hecho irreversible. Esto significa que la transición puede conducir a la reproducción de un régimen de reformismo conservador autoritario o a la apertura democrática con cambios estructurales. Hacia dónde se orientará el país dependerá de las decisiones de los tres principales campos del mundo político colombiano: la extrema derecha, la llamada Unidad Nacional y la izquierda social y política.
Desde este planteamiento fundamental, las y los invito a la reflexión: la unidad de la izquierda no es solo un asunto de táctica electoral hoy, por encima de todo es un imperativo histórico. Es una de las condiciones fundamentales para que Colombia haga una transición política de doble carácter hacia la Paz y hacia la Democracia. Si se llega a un acuerdo para la terminación de la guerra, la fase inicial de esa transición ocurrirá en el periodo 2014 – 2018.
Nuestra responsabilidad ante el futuro de la Nación consiste en forjar una coalición pluralista que exprese a todas las fuerzas proclives a la Paz y a la Democracia, y que evite que de nuevo se desperdicie la oportunidad de un cambio esencial.
Mi llamado a ustedes es a que, sin renunciar a sus respectivas identidades políticas y a su legado personal y colectivo, se deponga cualquier clase de diferencias que siempre serán menores al imperativo histórico que implica generar las condiciones fundantes de una transformación que supere las causas del conflicto armado.
Sé que ustedes, y las colectividades que representan, en diversos contextos han afirmado su disposición para trabajar en la conformación de la alianza de la izquierda y los sectores democráticos que requiere Colombia. Es el momento de una poderosa convergencia de izquierda. Las y los insto a que demos ese paso definitivo.
Atentamente,
Iván Cepeda Castro
Representante a la Cámara
La perspectiva de la construcción de una paz estable y duradera en Colombia pone a todas las fuerzas políticas –incluidas a las de la izquierda- ante una situación de carácter inédito. Se trata del comienzo de una coyuntura en la que puedan resolverse contradicciones y atrasos estructurales, y fundar una nueva forma de tramitar los conflictos.
Es la oportunidad de una transición en la que se pueda no solo pasar de la guerra a la paz, sino al mismo tiempo, pasar de la democracia formal y débil a la democracia real. Democracia en la que se elimine el crimen político, en la que las mayorías excluidas tengan actuación y poder, en la que desaparezca el abismo entre el mundo rural y el urbano, en la que se genere una estrategia socioeconómica que elimine la desigualdad, la pobreza y la miseria, rasgos vergonzosos de nuestra estructura social. Democracia en la que se universalicen las libertades políticas y los derechos civiles.
Sabemos bien que la construcción de esa doble transición no estará dada con la sola firma de un pacto de paz, como resultado de las conversaciones en La Habana. Ese momento será apenas el comienzo de un intenso y dinámico periodo en el que tendrán que ocurrir cambios sustanciales en la política nacional, en especial, en los territorios en donde se ha desarrollado el conflicto armado, y en aquellos en donde no impera el Estado de derecho, sino estructuras criminales institucionalizadas. De llegar a esa coyuntura, las fuerzas de la ultraderecha intentarán volver a sembrar la discordia, y los círculos de poder tradicionales buscarán aplicar la divisa: “que todo cambie para que todo siga igual”.
Solo una poderosa confluencia de los sectores políticos de la izquierda, de los movimientos sociales y de las fuerzas democráticas podrá garantizar que se echen los cimientos de la paz y que la transición concluya en un nuevo estado de cosas que haga del fin de la guerra un hecho irreversible. Esto significa que la transición puede conducir a la reproducción de un régimen de reformismo conservador autoritario o a la apertura democrática con cambios estructurales. Hacia dónde se orientará el país dependerá de las decisiones de los tres principales campos del mundo político colombiano: la extrema derecha, la llamada Unidad Nacional y la izquierda social y política.
Desde este planteamiento fundamental, las y los invito a la reflexión: la unidad de la izquierda no es solo un asunto de táctica electoral hoy, por encima de todo es un imperativo histórico. Es una de las condiciones fundamentales para que Colombia haga una transición política de doble carácter hacia la Paz y hacia la Democracia. Si se llega a un acuerdo para la terminación de la guerra, la fase inicial de esa transición ocurrirá en el periodo 2014 – 2018.
Nuestra responsabilidad ante el futuro de la Nación consiste en forjar una coalición pluralista que exprese a todas las fuerzas proclives a la Paz y a la Democracia, y que evite que de nuevo se desperdicie la oportunidad de un cambio esencial.
Mi llamado a ustedes es a que, sin renunciar a sus respectivas identidades políticas y a su legado personal y colectivo, se deponga cualquier clase de diferencias que siempre serán menores al imperativo histórico que implica generar las condiciones fundantes de una transformación que supere las causas del conflicto armado.
Sé que ustedes, y las colectividades que representan, en diversos contextos han afirmado su disposición para trabajar en la conformación de la alianza de la izquierda y los sectores democráticos que requiere Colombia. Es el momento de una poderosa convergencia de izquierda. Las y los insto a que demos ese paso definitivo.
Atentamente,
Iván Cepeda Castro
Representante a la Cámara
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