Los medios de comunicación han salido a conjurar toda clase de malos presagios para el programa “Bogotá Basura Cero” de la actual Administración Distrital de Gustavo Petro. Incluso, algunos se han atrevido a argumentar que “el problema de las basuras” es un problema creado a propósito por el alcalde (quien sabe con qué oscuro fin), ya que en el pasado la recolección y el manejo de las mismas no representaban ninguna alarma, como si era el caso de la movilidad o la seguridad.
Han organizado señalamientos implacables contra la Administración Distrital por no resolver los “verdaderos problemas” de la capital. Pero ¿qué problema va a representar para la inmaculada clase media y alta bogotana el desastre ambiental del botadero Doña Juana? Ellos no son los que desde hace más de una década se han tenido que aguantar los malos olores, las moscas y las enfermedades (1) que produce el basurero a cielo abierto más grande de Latinoamérica. Ellos no han tenido que soportar vivir al lado del basurero de la ciudad, ni tener que trabajar por dos mil o veinte mil pesos con esos desechos putrefactos para llevar el pan a la casa. Qué va a representar para ellos el tener que aguantarse el molesto olor unas horitas cada vez que viajan de paseo a los llanos. ¿O será que el señor Luis Carlos Sarmiento se habrá sometido al molesto olor mientras recorre el camino para observar los resultados de su millonaria concesión (2)?
Para nadie el problema de las basuras es un verdadero problema. Aquí no estamos hablando de las “ganas de joder de Petro”, estamos hablando de recuperar para el distrito el negociazo del manejo de las basuras (en el que participan los “exitosos” empresarios Tomás y Jerónimo Uribe, hijos del expresidente Álvaro Uribe, junto con otros “grandes” empresarios privados, algunos con presuntos vínculos paramilitares (3)) y, ojala, de la redistribución de las ganancias; la recuperación de la dignidad para el oficio del reciclador, que ahora se espera que participe de la torta en condiciones laborales optimas, ya que con el nuevo sistema no se les exigirá más como requisito para concursar en las licitaciones de aseo, que sus cooperativas estén constituidas por acciones, que demuestren solidez financiera y que se ajusten a criterios de “eficiencia”; y de saldar la deuda histórica que se tiene con los habitantes de Ciudad Bolívar y Usme, por aguantarse nuestros desechos, ya que se espera que este sea el primer paso para acabar definitivamente con Doña Juana (4) y su obsoleta forma de manejar las basuras.
Por supuesto entonces que no cuadra dentro de la agenda de muchos el problema de los sectores menos favorecidos de la ciudad, esos que no tienen carro, que no tienen a donde ir a pasear, y a los que tampoco hay mucho que robarles.
Notas:
1. El vecindario de Doña Juana; en: http://www.carlosvicentederoux.org/index.shtml?apc=a-c1;02;-;;&x=5535
2. Aval va por la doble calzada en Vía al Llano; El Espectador.com: http://www.elespectador.com/impreso/negocios/articulo-375256-aval-va-doble-calzada-via-al-llano
3. La silla vacia: Los recicladores encuentran un competidor inesperado en el negocio de la basura: los hijos de Uribe; http://www.lasillavacia.com/historia/1137.
4. 'El relleno sanitario Doña Juana tiene que desaparecer'. El Espectador.com:
No hay comentarios:
Publicar un comentario